Para siempre contigo by Laurelin Paige

Para siempre contigo by Laurelin Paige

autor:Laurelin Paige [Paige, Laurelin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2014-01-06T05:00:00+00:00


Capítulo catorce

Cuando Jordan me dejó en el hospital, Hudson me estaba esperando en la puerta de la sala de urgencias. Era evidente que él también se había vestido con prisas. Llevaba unos vaqueros y un polo arrugado que no reconocí.

Aunque no sonrió, sus ojos parecieron iluminarse al verme.

—Ya no está en Urgencias, pero esta es la única puerta abierta a estas horas de la madrugada —explicó mientras se dirigía hacia el ascensor.

Yo caminaba a paso rápido para alcanzarle.

—¿La has visto? ¿Qué le ha pasado exactamente?

—Lo único que sé es que tiene contracciones. Adam me ha llamado cuando estaban registrándose y me ha mandado un mensaje cuando los han pasado a la zona de Obstetricia. —Pulsó el botón de subida en el panel—. No he querido verla sin ti.

Levanté la mano para agarrar la suya. Él la aceptó sin vacilar.

Pero la soltó cuando llegó el ascensor e hizo un gesto para que yo pasara primero. Entró detrás, apretó el botón de subida y a continuación se guardó ambas manos en los bolsillos. Me miró de reojo y yo sentí que su dolor llegaba hasta mí. Era un eco de mi propio anhelo. Aun así, no volvió a cogerme de la mano.

El ascensor empezó a moverse.

—Alayna, en cuanto a Norma…

Negué con la cabeza.

—No tienes por qué explicarlo ahora.

¿No se daba cuenta de que en ese momento no me importaba? En las últimas semanas yo también había llegado a querer a Mira. Si les pasara algo a ella o al bebé…

Pero Hudson continuó:

—Necesito saber…, este negocio… —Se pasó una mano por el pelo—. Es muy importante y he tenido que actuar a escondidas en todo este asunto. Lo de anoche era por eso. Norma consiguió organizar lo que parecía un encuentro fortuito con los vendedores en una gala benéfica. Cuando Reynold me llamó y me dijo que le habías enviado a casa y que Celia estaba en el club… —Se detuvo y supe que se había imaginado lo peor—. Ni siquiera se me ocurrió pedir que llevaran a Norma a su casa. Simplemente fui con ella.

Sentí una punzada de culpabilidad en el estómago.

—¿Se echó a perder el acuerdo?

—No. Y, aunque así hubiera sido, no me habría importado. —Se giró hacia mí y me acarició la mejilla con el dedo pulgar—. Estás a salvo, preciosa. Eso es lo único que me importa.

Cerré los ojos para deleitarme en su caricia. Entonces, la puerta se abrió y Hudson dejó caer la mano.

Seguimos las indicaciones que llevaban a la zona de Obstetricia y por fin llegamos a una puerta donde había que llamar para entrar.

—¿Nos dejarán pasar a estas horas de la noche? —pregunté mientras esperábamos a que respondieran.

—Tengo la impresión de que los bebés nacen durante las veinticuatro horas del día —contestó—. Y estamos en la lista de Mira.

Solamente estaba de seis meses. No esperaba que su bebé llegara tan pronto.

—¿Qué desean? —preguntó una voz a través del intercomunicador.

—Hemos venido a ver a Mirabelle Sitkin. Somos Hudson Pierce y Alayna Withers.

En lugar de responder, la puerta simplemente se abrió con un zumbido.



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